miércoles, 5 de enero de 2011

LA CARGA DE LOS TRES REYES ESPAÑOLES

La carga de los tres reyes, por Arturo Pérez Reverte



....Ya ni siquiera se estudia en los colegios, creo. Moros y cristianos

degollándose, nada menos. Carnicería sangrienta. Ese medioevo fascista, etcétera.

Pero es posible que, gracias a aquello... mi hija no lleve hoy velo cuando sale a la calle.



Ocurrió hace casi ocho siglos justos, cuando tres reyes españoles dieron,

hombro con hombro, una carga de caballería que cambió la historia de Europa.



El próximo 16 de julio se cumple el 798 aniversario de aquel lunes del año

1212 en que el ejército almohade del Miramamolín Al Nasir, un ultrarradical

islámico que había jurado plantar la media luna en Roma, fue destrozado por

los cristianos cerca de Despeñaperros. Tras proclamar la yihad -seguro que

el término les suena- contra los infieles, Al Nasir había cruzado con su

ejército el estrecho de Gibraltar, resuelto a reconquistar para el Islam la

España cristiana e invadir una Europa -también esto les suena, imagino-

debilitada e indecisa.



Los paró un rey castellano, Alfonso VIII. Consciente de que en España al

enemigo pocas veces lo tienes enfrente, hizo que el papa de Roma proclamase

aquella cruzada contra los sarracenos, para evitar que, mientras guerreaba

contra el moro, los reyes de Navarra y de León, adversarios suyos, le

jugaran la del chino, atacándolo por la espalda. Resumiendo mucho la cosa,

diremos que Alfonso de Castilla consiguió reunir en el campo de batalla a

unos 27.000 hombres, entre los que se contaban algunos voluntarios

extranjeros, sobre todo franceses, y los duros monjes soldados de las

órdenes militares españolas.



Núcleo principal eran las milicias concejiles castellanas -tropas populares,

para entendernos- y 8.500 catalanes y aragoneses traídos por el rey Pedro II

de Aragón; que, como gentil caballero que era, acudió a socorrer a su vecino

y colega. A última hora, a regañadientes y por no quedar mal, Sancho VII de

Navarra se presentó con una reducida peña de doscientos jinetes -Alfonso IX

de León se quedó en casa-.



Por su parte, Al Nasir alineó casi 60.000 guerreros entre soldados

norteafricanos, tropas andalusíes y un nutrido contingente de voluntarios

fanáticos de poco valor militar y escasa disciplina: chusma a la que el rey

moro, resuelto a facilitar su viaje al anhelado paraíso de las huríes,

colocó en primera fila para que se comiera el primer marrón, haciendo allí

de carne de lanza.



La escabechina, muy propia de aquel tiempo feroz, hizo época. En el cerro de

los Olivares, cerca de Santa Elena, los cristianos dieron el asalto ladera

arriba bajo una lluvia de flechas de los temibles arcos almohades,

intentando alcanzar el palenque fortificado donde Al Nasir, que sentado

sobre un escudo leía el Corán, o hacía el paripé de leerlo -imagino que

tendría otras cosas en la cabeza-, había plantado su famosa tienda roja. La

vanguardia cristiana, mandada por el vasco Diego López de Haro, con jinetes

e infantes castellanos, aragoneses y navarros, deshizo la primera línea

enemiga y quedó frenada en sangriento combate con la segunda. Milicias como

la de Madrid fueron casi aniquiladas tras luchar igual que leones de la

Metro Goldwyn Mayer. Atacó entonces la segunda oleada, con los veteranos

caballeros de las órdenes militares como núcleo duro, sin lograr romper

tampoco la resistencia moruna.



La situación empezaba a ser crítica para los nuestros -porque sintiéndolo

mucho, señor presidente, allí los cristianos eran los nuestros-; que,

imposibilitados de maniobrar, ya no peleaban por la victoria, sino por la

vida. Junto a López de Haro, a quien sólo quedaban cuarenta jinetes de sus

quinientos, los caballeros templarios, calatravos y santiaguistas, revueltos

con amigos y enemigos, se batían como gato panza arriba. Fue entonces cuando

Alfonso VII, visto el panorama, desenvainó la espada, hizo ondear su pendón,

se puso al frente de la línea de reserva, tragó saliva y volviéndose al

arzobispo Jiménez de Rada gritó: «Aquí, señor obispo, morimos todos». Luego,

picando espuelas, cabalgó hacia el enemigo. Los reyes de Aragón y de

Navarra, viendo a su colega, hicieron lo mismo. Con vergüenza torera y un

par de huevos, ondearon sus pendones y fueron a la carga espada en mano. El

resto es Historia: tres reyes españoles cabalgando juntos por las lomas de

Las Navas, con la exhausta infantería gritando de entusiasmo mientras abría

sus filas para dejarles paso. Y el combate final en torno al palenque, con

la huida de Al Nasir, el degüello y la victoria.



¿Imaginan la película?... ¿Imaginan ese material en manos de ingleses, o

norteamericanos?.. Supongo que sí. Pero tengan la certeza de que, en este

país imbécil, acomplejado de sí mismo, gobernado por políticos aún más

imbéciles carentes de toda identidad... no la rodará ninguna televisión, ni

la subvencionará jamás ningún ministerio de Educación, ni de Cultura, porque

aquí no habría despelote ni mariconeo, sino gente real que por amar a su

tierra luchaban a morir.



Ojo! Importante!

Tardamos 8 SIGLOS, o sea, 800 AÑOS!! en echarles de la península, nuestra

tierra!.

Fue por nuestra desunión, porque España la formaban distintos reinos y no

uno solo. Combatíamos entre nosotros -como ahora con las 17 autonomías

innecesarias- y no tuvimos un solo Rey, una sola nación, un único mando

militar para expulsarles, de eso se aprovecharon durante 8 siglos! y ellos,

los de la media luna sí que lo recuerdan, por eso se aprovechan, de nuestra

actual desunión, para una segunda invasión silenciosa... bajo la

permisividad de políticos de bajo perfil, acomplejados, miedosos de llamar a

las cosas por su nombre..., nada que ver con aquellos valerosos guerreros

cristianos que combatieron y derramaron su sangre para.... nada!


Ellos recuerdan nuestra desunión, la misma que tenemos ahora y que muchos

políticos fomentan! Y ellos lo saben... y de paso, se frotan las manos, se

ríen y se aprovechan para su segunda invasión...


Nosotros hemos olvidado la historia, pero ellos no.... mal asunto.

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